Escribiendo esto me doy cuenta que ya pasé más de la mitad de mi vida sabiendo que tengo Sindrome de Turner, y la verdad, fue algo que siempre estuvo muy presente en mi mente.
Cuando era más pequeña pensaba que no era nada muy importante, simplemente que iba a ser más bajita que el resto (que tengo que admitir que me acomplejó bastante en ciertos momentos, siendo siempre la primera de la fila), y que tenía que aguantar que mi padre me inyectara todos los días la hormona de crecimiento (aunque había períodos que tenía el domingo libre de pinchazos y cuando fui más grande me la empecé a dar yo).
A medida que fui creciendo mis padres me fueron contando más cosas, pero lo que más me impactó fue saber que probablemente ya no iba a tener óvulos para cuando quisiera ser madre, lo cual en un inicio me entristeció bastante. Me plantearon la posibilidad de extraer los que me quedaban y preservarlos congelados, pero con mis padres decidimos que no porque era bastante invasivo y en Uruguay no había mucha experiencia. En las ecografías siempre notaban que mis ovarios eran pequeños pero nunca pensé que involucraba algo así.
Para mi tener Turner también implicó ir al cardiólogo regularmente, sacarme sangre seguido (pero lo bueno es que mis padres me daban premios después como ir al Parque Rodo o merendar en mi cafetería favorita), o hacerme muchas placas para controlar la edad ósea, que a pesar de ser bastante embolante lo afronté gracias a todo el apoyo de papá y mamá que hasta se preocuparon en llevarme con una psicologa médica al iniciar el tratamiento con la hormona.
Hablando del tratamiento, hace unos pocos años dejé de inyectarme y a pesar de ser un alivio también me puso un poco triste porque en los últimos momentos tuve algunos problemas alimenticios y siento que si no los hubiera tenido podría haber crecido más, y realmente me arrepiento mucho, pero que se le va a hacer, no podemos cambiar el pasado, pero si podemos aprovechar el presente para tener un aún mejor futuro.
Tanto por el tca como por el síndrome temía no desarrollarme nunca (que inconcientemente tampoco quería que pasara porque me daba miedo crecer, metafóricamente, no de altura) pero un 29 de enero en La Tuna, a los 14, tuve mi primera menstruación, aunque luego del segundo período que nunca se me cortó empecé a tomar pastillas anticonceptivas, para regular la menstruación y para tener las hormonas sexuales que por el síndrome tenía en poca cantidad.
Obviamente que a pesar del síndrome tengo una vida normal, hago actividades que me gustan, tengo amigos, porque tener Turner ni te limita en poder hacer lo que ames, y a pesar de que a veces por tenerlo me sentía como 'distinta' del resto, con ayuda de la gente que me quiere pude darme cuenta que no es así, cada individuo es especial y única y no por tener el síndrome la gente me va a rechazar, porque soy una persona igual de valiosa que cualquier otra. Es verdad que a veces me enoja que me haya tocado vivir esto, y sobre todo el no poder ser madre con mis propios óvulos (pero sé que hay otras opciones que me harían igual de feliz, y la ciencia avanza tan rápido que puede ser que hasta pueda usar mis propios genes al tener un hijo), pero igual aprendí a aceptar quien soy y amarme, y la verdad se siente muy bien. Para finalizar, también fue hermoso esta año empezar a formar parte de la Asociación Turner del Uruguay, me sentí acompañada y entendida, y no hay nada más valioso que poder hablar con gente que te comprenda y apoye de como te sentís.